La Córdoba de los Austrias
La historia de las ciudades, la historia local, tiene importancia y significación distinta dentro de la historia nacional, según la época de que se trate, pues, en el transcurso de los siglos, las ciudades han tenido más o menos suerte con relación a los acontecimientos que en el solar patrio se han desarrollado.Incluido el reino de Córdoba, entre los muchos que integraban el inmenso patrimonio hereditario de los Austrias, es natural, que la ciudad que en otros tiempos fue la brillante capital del califato o la residencia más o menos circunstancial de los Reyes Católicos a últimos del siglo XV, no fuese otra cosa que la cabeza de uno de tantos reinos y señoríos como enumeraban los Habsburgos en el encabezamientos de sus mercedes y privilegios.
No pasan desapercibidos para Córdoba los hechos que jalonan el reinado de Carlos I, y, de manera especial, el movimiento de las Comunidades, ya que dirigentes del mismo, desde Toledo, intentan atraer a Córdoba, por la importancia de la ciudad, por la poderosa nobleza que en ella residía y por la situación estratégica de llave de Andalucía. El Ayuntamiento de Córdoba desatendió tal petición, lo que motivó que la ciudad recibiese cartas del Emperador agradeciendo su lealtad. Al contraer el monarca matrimonio con Isabel de Portugal, hija de don Manuel el Afortunado y de una cordobesa, nacida en nuestro Alcázar, doña María, hija de los Reyes Católicos, pasó por Córdoba.
En las guerras exteriores la presencia de los cordobesas siempre es destacada. Don Martín de Córdoba, después de intervenir en el cerco de Fuenterrabía y ser Virrey de Navarra, pasa a África, donde se apodera de Temecén y muere heroicamente quedando su hijo prisionero. Ya antes de subir al trono Felipe II, había recibido importantes servicios de los cordobeses. Cuando marchó a Inglaterra para casar con María Tudor, llevó en su acompañamiento varios miembros de la nobleza de la ciudad, como don Luis y don Antonio de Córdoba y don Alonso de Aguilar.
Al comenzar en diciembre de 1568 la rebelión de los moriscos de la Alpujarra, Córdoba, como en tiempos de los Reyes Católicos, cuando la guerra de Granada, se volverá a convertir en base de operaciones. El Corregidor Zapata ordena a los caballeros se reúnan en el Campo de la Verdad y salgan para Granada el 4 de Enero de 1569. Contrastando con la salida de estos hombres, está la llegada a Córdoba de numerosos grupos de moriscos prisioneros, procedentes del reino de Granada. Como muchos de ellos desertan el rey mandó que fueran trasladados a Galicia y Castilla, pero el Consejo de Córdoba, pidió a Felipe II, dando prueba de sentimiento cristiano y humanitario, los dejase en la ciudad donde se avecindaron y permanecieron sus descendientes hasta la expulsión en tiempos de Felipe III.
Como consecuencia de la duración de esta guerra Felipe II decidió venir a Córdoba. Llegó a Córdoba el 22 de Febrero de 1570 y su llegada fue descrita en numerosas relaciones de la época. Nombres de gentes de aquí encontramos en todos los acontecimientos de la época. En el proceso de Carranza, un cordobés, Céspedes, es en Roma su más ardiente partidario, otro, Simancas, su más decidido acusador; Ambrosio de Morales hace, por orden del rey, el relato del proceso. En Lepanto estuvieron también muchos de los nuestros, entre ellos los escritores Juan Ruzo y Gonzalo de Cervantes Saavedra. El reinado de Felipe III cuenta con un cronista cordobés, don Luis de Góngora y Argote, y lo consideramos como tal porque en sus versos, y sobre todo en sus cartas, están recogidos gran parte de los acontecimientos de este reinado (1598-1621). Las cartas de Góngora son un documento de primera mano, por las noticias que da a sus amigos de Córdoba, este capellán real, de los sucesos de la Corte. El hecho más importante de la política interior en este tiempo fue, sin duda, el extrañamiento de los moriscos, que comenzaron a salir de Córdoba el 6 de Febrero de 1610, siendo unos 4.500 el número de expulsados. Aún conserva el nombre de "Moriscos", la calle del barrio de Santa Marina, donde vivieron muchos de ellos hasta la referida expulsión.
Los acontecimientos más notables del largo reinado de Felipe IV (1621-1665), en relación a Córdoba, son de índole muy diversa. La visita del monarca, camino del Coto de Doñana en 1624 y el llamado "motín del pan" en 1652, motivado por la carestía que se experimentó aquel año. Poco hubieron de notarse en la vida de la ciudad los sucesos del reinado de Carlos II, aunque sí son notables las contribuciones con que Córdoba acude a las necesidades del reino; pues en la primera guerra con Francia, por la posesión de los Países Bajos, en 1667, la reina gobernadora doña Mariana de Austria pidió al Obispo de Córdoba don Francisco de Alarcón, que levantase a su costa una compañía de infantería, de cien hombre, petición que el obispo atendió, reclutando las tropas y situándolas en Cádiz, lo que mereció la gratitud de la reina. En el orden local, es de destacar el buen gobierno del corregidor don Francisco Ronquillo Briceño, a quien entre otras mejoras se debe la obra de la plaza de la Corredera, unificando la fachada de la misma con sus soportales. La dinastía de los Austrias termina con la muerte de Carlos II en Noviembre de 1700. El obispo, Cardenal Salazar, celebró los funerales del monarca y bendijo el Estandarte Real en la proclamación de Felipe V.
Bibliografía. Fco. Solano Márquez Cruz. Itinerarios por la ciudad. Vive y descubre Córdoba. Editorial Everest S.A 2000:Manuel Ocaña Jiménez. Córdoba Musulmana Editorial Everest S.A. 1975: José María Ortiz Juárez. La Córdoba de los Austrias. Editorial Everest S.A. 1975: Juan Gómez Crespo. Córdoba Moderna y Contemporánea. Editorial Everest S.A. 1975: Córdoba recuperada. Edit. El Día de Córdoba
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